viernes, diciembre 02, 2005

En-Carne

(Con el perdón del Cuenta Cuentos)


...encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto
Franz Kafka La metamorfosis


Por razones que desconozco entré. La diferencia de calor, el olor y el ambiente se sienten. La gente, el ruido de sus conversaciones, los sonidos del motor, el olor a smog, a ciudad, a trabajo, a sudor... a ganas. Una mujer entra. Eres tú. Cabello quebrado, finas manos, mirada profunda, cansada, demuestra sombras de fastidio. Cuerpo sensual. Caderas encerradas en tu vestido, parecen oprimidas, desbordantes. Senos tímidos, pero anhelantes, se esconden tras tu vestido. Te sientas. Veo tu imagen multiplicada miles de veces a través de mis ojos. Te sientas junto a mí. Te acomodas, sueltas tu pelo, cierras tus ojos, tu lengua sale cautelosa de tu boca, moja lentamente tus labios, resecos, en busca de un beso. Me miras con desprecio.

Me aferro al vidrio. Me muevo lentamente, para no molestarte. Miro la ciudad, la gente apurada que se mueve como hormigas, buscando su alimento, aun matando a otros, como moscas, buscando su sustento en la mierda. Sin querer toco tu cabello. Sedoso, huele a champú de la mañana, a humo de tabaco, a ciudad. Sacudes tu pelo, y me miras con más desprecio, con asco. Cierras tus ojos y apoyas la cabeza en el asiento. Pareces dormida. Tus formas descansan apacibles, tu respiración se modera, tu gesto se afloja. Te ves realmente bella. Sin sentirlo, tu traicionero vestido deja ver tu pierna. Perfecta. Tu pequeña cintura llama a mis manos. Quisiera envolverla, sentirla, abrazarla. Pero sé que es imposible. Yo no tengo manos. Quizá en otras vidas.

Una gran vibración. Resbalo y hago ruido. He logrado despertarte. Me miras molesta. Lo siento. Discúlpame. Pero no me entiendes. Esta vez tu mirada es amenazante. Temo por mi vida. Si es que la tengo.

Cierras tus ojos. Decido dejar de contemplarte, llamar tu atención, conversar con vos. Me muevo, hago ruido. Despiertas furiosa. La gente parece hacer más ruido, el olor a gente aumenta, parece fastidiarte más. Estiras tu dedo índice. Yo lo veo mil veces, lo acercas a mí... mis seis patas se deshacen en el vidrio. Una de mis alas quedan en tu dedo. Aunque muerto, toqué tu piel. Mis vísceras pegadas en el vidrio, en forma de una mancha amorfa, amarilla. La sangre de mis víctimas la acompaña. Miras con repugnancia tu dedo, que tiene algo mío, y lo frotas contra el asiento. Te has librado para siempre de mí. ¿Debo agradecerte?. Tal vez en otra vida logre tocarte. La mancha amarilla continúa en el vidrio. La mujer mira la mancha por última vez. Maldito insecto. El mosco a muerto, sus restos mortales, sin vida, son motivo de asco para cualquiera. La mujer cierra sus ojos, pero los abre enseguida. Señorita, el pasaje. Te miro. Eres la misma.
(1998)

3 comentarios:

Pastv dijo...

mmmm... quisiera ser un mosco para ver unas cuantas cosas que me he perdido por mi tamaño... Lastimosamente hoy, solo puedo entrenarlos para que vayan y molesten a las personas que quisiera ver... en algun momento podré ponerles una cámara... hasta que ese día llegue... duerman...

JG Chancay dijo...

...gran narrativa, el caos marca la armonía de la historia...
...1998? apuesto que fué un buen año para tí...
...me encantan los olores de los que escribes, frescos y abrumadores, calidos y fríos, asqueantes y profundos.
Todos hemos sido moscos algunas vez... muchas veces yo he pedido que me aplasten con un dedo y acabar con la tortura de no poder sentir...

...felicitaciones...
...aunque llegan siete años tarde...

Anónimo dijo...

...La vida de cada hombre es un camino hacia si mismo, la huella de un sendero ningún hombre ha sido nunca por completo el mismo, pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente algunos, más claramente otros cada uno como puede, todos llevan consigo hasta el fin viscosidades y cascaras de huevo, algunos no llegar jamás a ser hombres, siguen siendo ardillas, ranas o simples moscos. Pero cado uno es un impulso de la naturaleza hacia el hombre.Todos tenemos origenes comunes, venimos de la misma cima, pero cada uno tiene su propio fin. Podemos comprendernos unos a otros, pero solo a si mismo puede interpretarse cada uno...

...Myriam..