Años de viajes
solitarios.
Mis marineros
se escondieron
tras el ojo de algún cíclope ingenuo.
Mi barco,
atravesando un mar
sin viento,
yo contando los cantos
de ballenas nómadas.
Anclado a tierra
con las velas desplegadas,
conforme,
olvidando remar.
En Itaca
Penélope espera
con sus besos,
manta caliente
su aroma guía
la brújula perdida;
su cuerpo, viento
de mi barco
con nuevas velas.
Solo quiero volver,
cambiar el mar en calma,
por la tormenta
de su cuerpo,
y encontrar en sus ojos,
mi hogar.