Desnudo en la niebla, con la ciudad ciega, mustia, te escucho desangrarte, desangrarnos. Golpe al bandoneón.
Quito. El frío seco, luces tenues, piedras antiguas; no hay estaciones, solo estados. La ciudad entristece, hasta morir. Guápulo tapa la luna llena con un dedo; amantes ocultos tras la columnas, oculto el sol tras las montañas, ciudad oculta de sí misma, se descubre, sorprendiéndose.
Suenas, cinco sensaciones, humanas, animales, casi fantasmales; lloran, recuerdan, viven para la muerte y los puñales, malas mujeres, alcohol. Me desnudas, para sentir el frío bajo la piel, juntar soledades, sonido lastimero, amor perdido: infierno helado. Se juntan las nubes, mojan las piedras y los pies. Quito me nostalgia, desde los campanarios, desde tu bandoneón, lejano y familiar; música de la vida, de la ausencia, me inunda la noche. Me llena la muerte.